Por: Isa Wood
Esteban Castillo es un joven de 18 años, estudiante de literatura y a simple vista un hombre como cualquier otro, él mismo lo podría creer así, con todo y su solitario e inusual pasado, de no ser por esas noches sin luna en que un incontrolable instinto lo lleva a cazar presas humanas para saciar sus ansias de carne y sangre, ansias cuya razón le es desconocida e intrigante. Esteban pronto descubre que ese instinto que lo hace sentirse excluido y diferente en una sociedad que percibe como ajena, lo hace parte de una sociedad subterránea formada por una raza sanguinaria que durante miles de años se ha resguardado bajo esas noches sin luna para saciar los deseos de carne humana que les es ritual y tradicional. Wrolf, como ha sido conocido durante todas sus vidas el ahora llamado Esteban, se embarca en la tarea de recuperar no solo los recuerdos de sus vidas pasadas sino en recuperar el lugar que le corresponde en Hilandra, la ciudad subterránea en la que viven los de su raza.
Rojo sombra, a través del testimonio de su protagonista, nos envuelve en una historia que se relata en un escenario que nos es muy familiar, Bogotá, con la mención de algunas calles, lugares y situaciones que nos encontramos día a día, nos narra sobre una ciudad imaginaria bajo nuestros pies, donde habitan criaturas que de ser posibles nos erizarían la piel, logra sumergirnos en un mundo fantástico dentro de nuestra realidad.
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Esteban Castillo es un joven de 18 años, estudiante de literatura y a simple vista un hombre como cualquier otro, él mismo lo podría creer así, con todo y su solitario e inusual pasado, de no ser por esas noches sin luna en que un incontrolable instinto lo lleva a cazar presas humanas para saciar sus ansias de carne y sangre, ansias cuya razón le es desconocida e intrigante. Esteban pronto descubre que ese instinto que lo hace sentirse excluido y diferente en una sociedad que percibe como ajena, lo hace parte de una sociedad subterránea formada por una raza sanguinaria que durante miles de años se ha resguardado bajo esas noches sin luna para saciar los deseos de carne humana que les es ritual y tradicional. Wrolf, como ha sido conocido durante todas sus vidas el ahora llamado Esteban, se embarca en la tarea de recuperar no solo los recuerdos de sus vidas pasadas sino en recuperar el lugar que le corresponde en Hilandra, la ciudad subterránea en la que viven los de su raza.
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